miércoles, 23 de mayo de 2012

La casa vieja

Foto: Barbie Murder
Cuando llueve, por los agujeros del techo, pasa tanta agua, que inunda las baldosas flojas, y el agua puede llegar hasta los marcos de las ventanas desgastadas y  de vidrios rotos. Creía que aquella casa, que solía ser un hogar, estaba tan debastada, que se estaba haciendo casi inhabitable estar ahí. Una buena mañana de sol, cuando el aire todavia estaba fresco, tome mis maletas, y observé aquel lugar que se veía tan viejo, tan roto, sin color, sin ilusiones, ni esperanza de ningún tipo. Me observé a mi, y vi mis ropas hechas trapos, mi apariencia totalmente hechada al olvido, mi cabello enredado y completo de tierra y telas de arañas. Debía irme. 
Cuando mis maletas estaban a punto de despegar del suelo, sonó el timbre que ya no funcionaba hacia muchisimo tiempo, creía que ya no estaba allí, había olvidado que alguna vez hubo uno. Llamaron a mi puerta cuando a nadie esperaba, entonces la intriga fue más que la ilusión y abrí. 
Él también llevaba maletas, pero para quedarse. Las sensasiones comenzaron a desparramarse por las habitaciones. Decidimos quedarnos aquí en nuestro sur. Inventamos cosas nuevas y practicas para reconstruir la casa, tuvimos que colocar nuevas vigas y columnas de madera para enderesar el techo caido, y artesanías para darle otro aspecto. Decidimos también, pintarla en el exterior de color azul. Es donde nos quedamos para siempre, la casa que no es quizá muy parecida a otras, donde vive una familia, con un perro y un jardin delantero. Es donde vive alguien que creyó que todo estaba muerto, convirtiendo de nuevo en fuego las cenizas, reencontrando los placeres, viviendo el momento. 



2010

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