sábado, 18 de junio de 2011

Cigarrillos rotos.

Hacía mucho que no me encontraba bajo una noche tan tenebrosa como ésta. Las sombras duras, la brisa calma, el brumoso cielo, y las calles vacías y húmedas. Respiro hondo, luego enciendo un cigarrillo, y todo esto me hace recordar... Y los olores, las sensaciones, y luego todas las imágenes llegan. Puedo sentir tu mano rosando mi piel, y que un escalofríos me recorra por completo, y la sensación de que nada puede ser más perfecto. Puedo ver como tu ceniza cae junto a tus pies y oír tus risas. Abrazarme para que no tenga frío, aunque en realidad no lo haga, o al menos, yo no sé si en realidad lo hace. Tus olores, tu presencia, todo está envolviéndome, y no podría mencionar las sensaciones. 
Por qué te deje ir aquella tarde de mayo? No lo sé. Si me vieras ahora, si supieras realmente como me siento, te reirías de mi, si entendieras un minuto todo lo que pasa por mi cabeza, todo sería mucho mas fácil para ambos, porque jamás pude explicártelo, porque jamás lo supe. Pero antes de que todo se desvanezca, o llegue de nuevo la primavera, quiero intentarlo una vez más. Quiero otra de las tantas oportunidades: mirarte a los ojos, pero no volver a dejarte ir, que no te escapes de mis brazos, y que la noche no termine. Que los aromas nos penetren, que la calma se quede, que la brisa nos toque, y nos plante flores, que la bruma nos esconda en la intimidad y entender de una vez por todas, lo que ya sé. 
Apago el cigarrillo contra una pared que hay junto a mi, me pongo de pie y vuelvo a llenar mis pulmones del aire de ésta noche. Hace unos instantes, sé que pensaba a cerca de algo importante, ahora ya no puedo recordar qué. Y doblaré la esquina y continuaré mi vida, a la deriva, como siempre lo fue.